viernes, 11 de mayo de 2007

Nuevas (algo buenas)

Buenas.

Me presento, me llamo Malena Gabriela y soy directora de Marketing de
WWW.EINICIO.COM.

Primero me gustaría felicitarle por su blog y hacerle saber que http://papiluy.blogspot.com ha sido seleccionada por nuestros auditores como candidata a estar incluida en nuestro directorio de webs de calidad. Así que para que añadamos su enlace en la primera posición correspondiente a su temática solamente tiene que incluir en http://papiluy.blogspot.com un enlace de texto hacia www.einicio.com o uno de nuestros botones(http://www.einicio.com/categoria/certificados.php) que certifica la permanencia en nuestro directorio web.

Una vez puesto el enlace, contésteme al mail y en menos de 24 horas añadiremos su enlace y le notificaremos en que categoría se encuentra.
Un cordial saludo.
Malena Gabriela
Directora de marketing WWW.Einicio.com
Así empezó esto, relativamente. Se dice relativamente porque desde hacía unas semanas BLOGGER me había notificado que papiluy.blogspot ya estaba funcionando correctamente, sin embargo había decidido dejarlo descansar y ser en su soledad. Pues tal parece que no puede ser así, tal parece que ahora revivirá.
Así pues, fieles lectores que me han seguido en este trajín de años, algunos desde el inicio, otros anexándose felizmente, les informo que este es, en definitiva, el último post que haré en esta página, sin borrarla, por supuesto, pero dejándola en la memoria cibernética. De hoy en adelante pueden acceder de nuevo a http://papiluy.blogspot.com y ahí seguir leyendo y compartiendo opinión.
Jajajaja, no podía finalizar este texto sin unas risas...es que pasan tantas cosas en mi vida. Pues me ponen hasta arriba del directorio que, sin ser espectacular (lo cual no me importa mucho que digamos) sigue siendo ese directorio y yo en el primer lugar.
Los dejo y...muchas gracias.

Luis

martes, 8 de mayo de 2007

De la dificultad de los jarrones

Hoy me percaté de la dificultad de los jarrones para sobrevivir la eternidad. Si tantas y tantas culturas han antecedido nuestros pasos, dejando a su paso miles de objetos, conocimientos, miedos, dioses y poses, me pregunto ahora ¿dónde están todos los jarrones de la antigüedad?

Sin duda existe una gran colección (quizá una de las más grandes en los museos en todo el mundo) de jarrones –inclusive de vasijas–, de todos los estilos: etruscos, romanos, precolombinos, de bronce, mármol, porcelana, plata y loza barnizada como los jarrones chinescos o tibores. Pero si nos detenemos un momento a reflexionar, sin ayuda necesaria de aparatos de cálculo o conocimientos avanzados de proyección estadística, nos daremos cuenta que son tan sólo unos pocos de todos los que han existido jamás en la historia de la humanidad.

¿Qué habrá pasado con el primer jarrón que un hombre creó? ¿Cuál habrá sido su final? ¿Lo habrán inmortalizado depositando en él las cenizas de su creador para después lanzarlo al fondo del mar? La fragilidad de los jarrones, sus materiales y su entorno resultan ser sus peores enemigos. El principal enemigo del jarrón es él mismo, por sus materiales y creación, así como su entorno, en donde hasta el viento podría hacerlo caer para que se rompiera.

Los jarrones de Pompeya, sin embargo, sufrieron el mismo destino que sus dueños, dejando tan sólo su silueta para nuestro recuerdo. Otros no tuvieron la misma suerte: sucumbieron ante catástrofes, por la ineptitud o desamor de sus creadores y dueños o por el paso del tiempo, quebrándose ante el paso inexorable del tiempo haciendo patene la dificultad de un jarrón para sobrevivir la eternidad.


innerhalb eines Vase

VARGAS GÓMEZ

08 MAYO 2007

domingo, 6 de mayo de 2007

La costra

¿Por qué me duele? Se supone que ya no debería de dolerme. Ha pasado tanto tiempo ya.

Desperté. El pensamiento no salía de mi cabeza aunque, haciendo una pequeña introspección, descubrí que realmente el problema no se encontraba en mi cabeza, si no en una pequeña costra –o el lugar en donde alguna vez estuvo una– que se encontraba sobre mi pecho, justo un poco arriba de mi corazón. Ahí estaba el origen del pensamiento que inundaba mi cerebro: justo arriba y encima del corazón.

Volteé un poco más, tratando de doblar mi cuello lo más posible de tal forma que me permitiera ver con mayor amplitud la herida. Realmente no era una herida, aunque alguna vez lo fue. Ahora notaba que la costra ya no existía –excepto por un pequeño punto, minúsculo, que me había arrancado seguramente durante el sueño– y que la casi imperceptible marca me producía comezón exterior y dolor por dentro. “Me estuve rascando mientras dormía” me dije en tono de regaño y de descubrimiento al mismo tiempo. Yo seguía acostado y no me daban ganas ni de pararme. Tan sólo podía ver el lugar donde la comezón se anidaba y no podía evitar rascarme, por breves intervalos.

¿Qué pretendía al seguirme rascando? Sabía que si seguía rascando, pasado un tiempo, la herida volvería a abrirse, aunque esta vez sería una diferente, ocupando el mismo lugar, pero en circunstancias, tiempo y espacio diferentes. Y aún así me volví a rascar.

El techo estaba despintado. Era necesario que me ocupara próximamente de un mantenimiento general de mi casa. Otro día, hoy no, hasta el momento siempre ha habido un mañana. “Maldita comezón” pronuncié en voz alta, mientras pasaba los dedos encima, para ya no seguir haciendo daño con las uñas.

Me levanté y fui en dirección al baño. Había decidido olvidar la comezón con un buen regaderazo. Entré al baño y ahí, enfrente de la puerta estaba el espejo sobre el lavabo y enfrente del espejo –o lo que se reflejaba en él– se encontraba un hombre extraño. No era yo, definitivo, o por lo menos no parecía ser yo, a menos que la fiesta del día anterior me hubiera transformado desde el corte de cabello y el color del mismo, hasta la forma de mi nariz. Pero era yo. Moví un brazo y en el espejo se movió un brazo. Giré la cabeza y el espejo reflejó fielmente. Me acerqué y el reflejo hizo lo mismo. Miré en dirección al pecho, donde se encuentra el corazón y ahí noté una mancha marrón que parecía una mezcla de sangre coagulada con café. Volteé a ver mi pecho y ahí aparecía una mancha roja por la frotación a la que había sido sometida la zona, pero ninguna mancha marrón. Volteé de nuevo hacia el espejo y saludé con la cabeza y una ligera sonrisa, abrí la llave de la regadera y me metí a bañar.

His sin is his lifelessness

VARGAS GÓMEZ

6 MAYO 2007

jueves, 3 de mayo de 2007

Monólogo

Se encabrona consigo mismo... a veces se siente un poco pendejo. Si, esa es la verdad, no por que lo sea, pero su corazón le traiciona y le hace ser como quizá no debiera de ser con algunas personas que, ha ido descubriendo, no se merecen ni una mirada a su corazón -o por lo menos eso es lo que siente-.

Puta madre, soy un pendejo...y lo peor es que ya lo sospechaba -susurra-, perdón, necesitaba sacar algo. Gracias. No es ago repentino, no lo es, defintivamente: es algo acarreado -pareciera, a partir de lo que ha contado antes de esto- o es algo que no termina por mejorar o empeorar, no lo sé.

A decir verdad ni siquiera esta tratando de sonar coherente en este monólogo, simplemente esta dejándose llevar, soltando las primeras palabras que le llegan para sacar algunas cosas que no se atreve -ni quiere- a decir en público...

No fingir. No aparentar. No mentir. No caminar únicamente. No tiempos regalados. No plain talking...